La isla de la Esperanza
Lynne Olson, que para la exsecretaria de Estado de EE.UU. Madeleine Albright –ella misma una refugiada checa en Londres durante su infancia– es “la mejor cronista de la política y diplomacia de la Segunda Guerra Mundial de nuestro tiempo”, enhebra a partir de las experiencias de un elenco de personajes dispares una narración vibrante. Monarcas como el valiente rey de Noruega, Haakon VII, o la orgullosa reina Guillermina de Holanda, que con sus encendidas alocuciones radiofónicas mantuvo la moral de sus compatriotas. O como el intrépido conde de Suffolk, que rescató en Francia a dos físicos nucleares que más tarde harían posible el Proyecto Manhattan. Pero Olson también honra a héroes anónimos, cuyos esfuerzos ayudaron a volver las tablas contra el Eje: el sacrificio de los pilotos polacos durante la Batalla de Inglaterra, fundamental para evitar la victoria de la Luftwaffe; la vital contribución de los descifradores polacos para descifrar el código Enigma; o la red de espías tejida a lo largo y ancho de la Europa ocupada que con su inteligencia ayudaron a asegurar el éxito del Día D.