Pero, a pesar de nuestro entrenamiento de comando, no somos conquistadores. No somos destructores. Somos protectores, salvadores. Somos una unidad de rescate y salvamento especial. Somos un escudo, una mano tendida en medio de la oscuridad y la tormenta. La Espada de Alá nos ha concedido este honor, y lo aceptamos con orgullo, y con extrema responsabilidad, y eso es algo que debe quedar bien claro. No somos agresores, pero nada nos impedirá cumplir con nuestro deber. Si el enemigo, o cualquiera que ose interponerse entre nosotros y nuestra misión, entre nosotros y la gente a la que debemos salvar, cree que nos lo tomaremos a la ligera, les demostraremos que están muy equivocados. Y lo haremos de la manera más clara y contundente posible, porque los que sabemos curar también sabemos golpear dónde más duele.