Desperta Ferro 32. La Guerra de los Cien Años (I)
Pues bien, en este delicado momento la coyuntura climática cambió: el denominado “óptimo medieval” (periodo de temperaturas elevadas iniciado en el s. XI) cesó, cayendo las temperaturas en todo el planeta y provocando años de malas cosechas. La Gran Hambruna de los años 1315-1317 marcó el inicio de la crisis. Las convulsiones sociales y la violencia se adueñaron de Occidente, las guerras se multiplicaron y recrudecieron.
En paralelo, el modelo político feudal mostraba signos alarmantes de resquebrajamiento. Las nuevas circunstancias forzaban a la reforma de los sistemas políticos y militares. Un nuevo modelo de ejército surgió en este momento, en el que las tropas acudían no por obligación feudal sino bajo contrato, a modo de soldados profesionales. Los vasallos se desentendían cada vez más de sus señores, y esta fue precisamente la chispa que prendió la Guerra de los Cien Años, cuando el rey de Inglaterra, Eduardo III, decidió enfrentarse a su señor feudal natural, el rey de Francia Felipe VI, a quien en circunstancias normales debía homenaje en tanto Eduardo era señor de Aquitania, y Felipe soberano de aquel territorio. La prolongadísima guerra que siguió a este episodio, jalonada por grandes pausas, marcó el devenir de Occidente como ninguna otra guerra lo había hecho antes. A la primera década del conflicto (1337-1348) dedicamos las páginas del número que aquí comienza.