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Liber Militum: ENCAMISADA
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Liber Militum: ENCAMISADA

Ref: BW-ENCAMDA
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Este reglamento pretende abarcar la lid en esa época, pero no en esas grandes batallas plasmadas en los famosos óleos, sino en las de menor escala, las escaramuzas, de las que tomamos partido.

Aunque Liber Militum: Encamisada tenga como origen inspirador las refriegas características que surgen en el frente occidental europeo, es perfectamente válido para otros escenarios de la época. Además de ser posible recrear la interminable lucha de protestantes contra católicos en Flandes, podremos transportarnos a la frontera cristiana con el Imperio Otomano, a las estepas rusas o incluso a la temprana conquista de América.

En el Renacimiento, la guerra es feudo de ejércitos impresionantes. Atrás quedan esas huestes medievales que confían su suerte a la fuerza bruta. Los soldados, portando algunas armas de melé y otros de disparo, se ofrecen mutuo apoyo aglutinados en colosales formaciones, en ocasiones de más de mil hombres. Se despliegan en el campo de batalla muchos de estos batallones, ordenados con precisión, dibujando perfectos cuadros ajedrezados de hombres valientes. La potencia de las armas combinadas a gran escala es tal, que permite la supremacía de los grandes ejércitos bien organizados.

Sin embargo, se desarrollaría de forma paralela una particular forma de guerra a una menor escala, pero que terminaría por ser de suma importancia; se trata de escaramuzas de pocos hombres con fines específicos en el gran plan estratégico.

Fueron conocidas como "encamisadas" las operaciones especiales que desempeñaron estos soldados: ataques sorpresa, incursiones en territorio enemigo, asaltos a los campamentos o posiciones clave, muchas veces aprovechando el abrigo de la noche o inclemencias meteorológicas que hicieran más inesperados estos ataques sorpresa.

En principio, el nombre de Encamisada se debía a las prendas que los asaltantes vestían para cubrir la armadura, evitando con ello delatarse por destellos en la noche y, también para reconocerse con mayor facilidad en la confusa contienda. Esta palabra española, derivada del uso de las susodichas "camisas", fue rápidamente conocida por aliados y enemigos, adaptándose por ejemplo al francés como "Camisade" o “Camisado” en inglés.

La proliferación de este tipo de ataques se hizo común en las largas campañas que enfrentaron a las distintas potencias de toda Europa. Los asedios y bloqueos logísticos forzaban en muchos casos operaciones que torcían situaciones a favor del bando propio. En ocasiones menos decorosas, el objetivo frecuente era el simple robo de avituallamiento o sembrar el desconcierto entre las filas enemigas y/o la población local.

Los hombres que participaban en las encamisadas eran seleccionados y, generalmente, voluntarios, siendo apenas unos pocos soldados. Algunas decenas de hombres bien curtidos, sabedores del oficio, serían más eficaces en estos trabajos que grupos de mayor tamaño. Las misiones solían suponer un peligro extremo y mucho esfuerzo, por lo que recompensas extra o una situación desesperada eran la motivación habitual.

Aunque tuviese origen, por contexto, en la guerra europea occidental, se extendió o surgió de forma paralela este tipo de refriegas en muchos frentes de forma parecida. Con sus particularidades, los mismos motivos empujaban a operaciones de escaramuza en contexto similar.

Por ejemplo, en el Este, donde era más común la lucha a lomos del caballo y teniendo por esto los ejércitos mayor movilidad, las líneas enemigas eran constantemente saboteadas. Existía, sin embargo, asaltos de similar naturaleza también a pie, tal y como haría el Plastún (infantería cosaca), adelantándose a la caballería en infiltraciones para apoyar más tarde a su ejército habiendo tomado posiciones de ventaja táctica.

Notoria y característica resultó la guerra permanente en la frontera del cristianismo con el musulmán Imperio Otomano.

Debido al abrupto terreno de Los Balcanes, se desarrolló una clara precursión de la guerra de guerrillas. Los Hayduques, veteranos combatientes de aquellas tierras, se organizaban en pequeños grupos combatiendo el poder turco con efectivos ataques sorpresa. Tal fue la impotencia de las autoridades para controlar a los insurgentes, que comenzaron a contratar la ayuda de Armatoles, cristianos de procedencia griega, para volver este tipo de guerra contra sus enemigos.

Paradójicamente, los armatoles se convertirían con el tiempo en liberadores de su propio territorio, ayudando a expulsar a los otomanos de Grecia más tarde.

En la recién descubierta América, también sería habitual enfrentar refriegas de escaramuza. Si bien los enemigos de los europeos disponían de otro tipo de entrenamiento y armamento, el principio era el mismo: golpear por sorpresa con un grupo reducido de atacantes. No en vano se recordarán hazañas de valerosa resistencia ante conquistadores. El éxito se debería, en muchos casos, al mayor aprovechamiento del terreno y a la efectiva organización de los ataques, como si de encamisadas se tratase.

Incluso en la Asia, un modernizado Japón entraría en guerra con sus vecinos coreanos y chinos, que contaban también desde hacía tiempo con el gran poder de las armas de fuego. Estos conflictos también estarían marcados por las constantes refriegas de escaramuza y asedio durante las sangrientas invasiones.

Resumen del producto

Este reglamento pretende abarcar la lid en esa época, pero no en esas grandes batallas plasmadas en los famosos óleos, sino en las de menor escala, las escaramuzas, de las que tomamos partido.

Aunque Liber Militum: E...