Desperta Ferro 53: Aníbal en Hispania
En el año 241 a. C. Cartago salía derrotada de una guerra que había sido terrible y duradera. A la humillación y pérdida de Sicilia y otros territorios hubo de sumar el pago de onerosísimas indemnizaciones de guerra que debía entregar al vencedor: Roma. Para colmo de males, hubo de sofocar una revuelta generalizada de mercenarios y de todo el norte de África, que aprovechó la circunstancia para tratar de lograr su independencia de la metrópoli. Cartago, exhausta, no sabía cómo recuperar su antiguo dominio y esplendor. Fue entonces cuando un noble cartaginés, Amílcar Barca, fundador de la dinastía homónima, tuvo la osadía de emprender la dificultosa y peligrosa tarea de expandir el dominio púnico por la península ibérica y, de paso, crear su propio reino por la fuerza de las armas.
En el año 237 a. C. desembarcó en Gadir (Cádiz) al frente de sus tropas. Comenzó así una gesta colosal que no solo tendría inmensas consecuencias en el devenir histórico de Iberia sino que suscitó los recelos de Roma y, con ello, puso las bases del enfrentamiento más sangriento de toda la historia del Mediterráneo: la Segunda Guerra Púnica, de la que se hablará en números futuros. Amílcar morirá en el asedio de una ciudad ibérica, pero será sucedido por su yerno, Asdrúbal el Bello y este a su vez por Aníbal Barca, hijo del primero y destinado, por sus hechos posteriores, a ser el más célebre de todos.
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En el año 241 a. C. Cartago salía derrotada de una guerra que había sido terrible y duradera. A la humillación y pérdida de Sicilia y otros territorios hub...