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  • DF H. Moderna 27. Gustavo Adolfo y la Guerra de los Treinta Años
    • DF H. Moderna 27. Gustavo Adolfo y la Guerra de los Treinta Años

    DF H. Moderna 27. Gustavo Adolfo y la Guerra de los Treinta Años

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    Suecia y la Guerra de los Treinta Años por Lars Ericson Wolke (Försvarshögskolan)
    En diciembre de 1631, las tropas suecas cruzaron el Rin y entablaron batalla contra las fuerzas españolas en las cercanías de Oppenheim. El encuentro demostró claramente que la “guerra alemana” era más bien un gran conflicto europeo librado en suelo germano. La decisión de intervenir fue adoptada por Gustavo Adolfo en 1629. Su argumento consistía en que Suecia tenía que parar el conflicto antes de que llegara a sus fronteras y devastara las poblaciones y las granjas del país.

    Suecia y la revolución militar por David Parrott (University of Oxford)
    La tesis de la revolución militar nace con una conferencia impartida en 1955 por el profesor Michael Roberts, historiador de la Suecia de la Edad Moderna. Si el campo de batalla iba a verse transformado por la potencia de fuego de la infantería, el reto consistiría en encontrar nuevos modos de desplegarla en formaciones que permitiesen a un buen porcentaje de los soldados emplear dichas armas. Para Roberts, Gustavo y su ejército eran el ejemplo perfecto de la revolución militar puesta en práctica, ¿pero fueron el laboratorio que pudo hacer que la revolución militar pasase de ser una teoría abstracta a una realidad militar tangible?

    En busca del predominio. La campaña de Alemania después de Breitenfeld por Davide Maffi (Università di Pavia)
    En las semanas siguientes a la gran victoria de Breitenfeld, el ejército sueco se lanzó a una campaña en toda regla para hacerse con el control del centro de Alemania y poner a todos los estados protestantes bajo la protección del monarca, a la vez que se destruían todos los recursos militares del adversario.

    El ejército sueco, 1629-1632 por Alexia Grosjean y Steve Murdoch
    A la altura de 1630 había cerca de veinticuatro regimientos y medio de infantería en Suecia y Finlandia, además de varios de caballería y artillería; sin embargo el rey precisaba más para satisfacer la necesidad de un ejército que, solo para la campaña de Alemania, estaba previsto que alcanzara los 30 000 efectivos. La fuerza expedicionaria de Gustavo Adolfo, cuando por fin desembarcó en Pomerania en junio de 1630, la formaban cerca de 10 053 efectivos de infantería, 2590 de caballería y unos 600 artilleros para la dotación de las piezas regimentales ligeras y los cañones pesados de campaña.

    La batalla de Lützen por Hugo Cañete
    A las 17.00 horas comenzó a oscurecer sobre el campo de batalla de Lützen. Ambos bandos estaban completamente exhaustos. Wallenstein, viendo a su ejército agotado y disperso, y temiendo la llegada del elector de Sajonia con refuerzos, decidió que había llegado el momento de replegarse a Leipzig. Ambos bandos reclamaron la victoria: los imperiales porque habían matado a Gustavo Adolfo y habían capturado treinta y seis banderas contra la pérdida de ocho, y los suecos porque habían quedado dueños del campo de batalla. Es posible que ninguno de los dos ganara la batalla, pero los suecos habían perdido a su rey.

    Suecia y la guerra después de Gustavo Adolfo por Peter Wilson
    Oxenstierna justificaría las demandas territoriales suecas como una recompensa por el “sacrificio” de Gustavo Adolfo, el monarca caído en combate, en favor de la causa de las libertades de los alemanes y de los protestantes. El significado de este sacrificio iba más allá de la mera propaganda. Muchos en Suecia creían firmemente que no podían abandonar sin más la guerra después de haber gastado tantos fondos y vertido tanta sangre. Seguían decididos a asegurar unas posesiones en la Alemania septentrional que proporcionaran valiosos ingresos para su mal financiado imperio báltico y que, a su vez, pusieran cerco a Dinamarca y contuvieran su influencia sobre el Sacro Imperio.

    Gustavo Adolfo. El hombre y la leyenda por Paul D. Lockhart
    Las leyendas son, desde luego, leyendas, y el caso del Gustavo Adolfo mítico no es diferente al de otras figuras históricas de talla que pasaron a ser legendarias gracias al tiempo y al fervor popular. Plena de hipérboles, la del monarca sueco refleja sobre todo cómo Suecia entró en el momento justo en el teatro europeo, inmediatamente después del fracaso de otro antaño “héroe” protestante, y en el punto preciso en el que su intervención militar podía tener más éxito.

    Introduciendo el n.º 28, Estrasburgo bajo asedio por Rachel Chrastil
    Sitiada entre el 7 de agosto y el 27 de septiembre de 1870, la ciudad de Estrasburgo se vio atrapada en la guerra entre Francia y los Estados alemanes y, antes de caer, hubo de padecer un bombardeo de seis semanas en el que perecieron centenares de civiles y numerosos hogares, así como su patrimonio histórico, resultaron dañados. Al mismo tiempo, la intervención de un colectivo humanitario suizo logró salvar a 2000 civiles del bombardeo. El sitio de Estrasburgo se convertiría posteriormente en símbolo de una causa perdida y de revanchisme, pero su historia real es bastante más compleja.

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    Suecia y la Guerra de los Treinta Años por Lars Ericson Wolke (Försvarshögskolan)
    En diciembre de 1631, las tropas suecas cruzaron el Rin y entablaron batalla contra las fuerzas españolas en las cercanías ...