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  • DF Contemporanea 7: Stalingrado II Ni un paso atrás en el Volga!
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    DF Contemporanea 7: Stalingrado II Ni un paso atrás en el Volga!

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    Operación Urano. Contraofensiva soviética en Stalingrado por David M. Glantz. La contraofensiva Urano fue tan exitosa como carente de precedentes. Por primera vez en todo el conflicto germano-soviético el Ejército Rojo logró penetrar en profundidad las defensas tácticas del Eje, ampliar la brecha hasta una profundidad operacional manteniendo la logística, rechazar el contraataque de fuerzas Panzer y motorizadas alemanas, y consolidar un frente interior y exterior en torno a una fuerza alemana cercada. Al final, una vez rechazados los intentos de rescate, era también la primera vez que destruía más de un ejército alemán. Una vez esfumada el 23 de diciembre cualquier posibilidad de reforzar o rescatar al Sexto Ejército, pese a la garantía de Hitler de que la ayuda estaba en camino, el papel estratégico fundamental de este era morir en el puesto mientras contenía tanto como pudiera e infligía el mayor número de bajas a sus enemigos. Paulus lo hizo hasta el 2 de febrero y, junto al atroz tiempo invernal, entorpeció seriamente el empleo de las fuerzas del Frente del Don en otros sectores. Así, la defunción del Sexto Ejército, aparte de minar significativamente la capacidad alemana para montar futuras operaciones ofensivas, fue además un duro golpe para su moral de guerra.

    Combate urbano. Las lecciones aprendidas por Adrian Wettstein (Militärakademie ETH Zürich). El relato convencional nos narra la completa destrucción del Sexto Ejército, pero esto solo es cierto en términos organizacionales y no en el de los soldados individuales. En las últimas fases del cerco, Hitler decidió reconstruir varias divisiones y, entre febrero y marzo de 1943, sus supervivientes fueron agrupados para ser enviados a Francia, donde iban a formarse las nuevas unidades. Las lecciones tácticas se pueden extraer sobre todo de los denominados informes de experiencia, un tipo especial de informe de combate centrado en las enseñanzas dignas de adoptarse. En la dimensión táctica, la asimilación era particularmente rápida y eficiente, dada la profesionalidad del cuerpo de oficiales alemán y su predisposición al aprendizaje, pero en más de una ocasión, se vería incapaz de implementar sus enseñanzas técnicas y tácticas por la mera falta de recursos. El fracaso operacional dice mucho del método de aprendizaje. Habitualmente se trataba de un proceso descentralizado, que hacía posible la asimilación inmediata en el propio frente, pero carecía de un procedimiento sistemático y centralizado a niveles superiores. Esto no solo sucedió con el combate urbano, sino para las órdenes de mantener las posiciones a toda costa que entre 1943 y 1945 condujeron a derrotas parecidas y aún más graves que la de Stalingrado.

    Fragmentos del diario del teniente Stempel por Hans Wijers. El teniente Stempel estaba destinado en el 2.º Batallón del 108.º Regimiento de granaderos Panzer cuando la unidad partió hacia Rusia para participar en la Operación Barbarroja y solo combatiría en el Frente del Este. El 8 de septiembre se convirtió en ayudante de campo en la 14.ª Brigada de granaderos Panzer, unidad que se incorporó en octubre a los combates por el distrito industrial de la ciudad: el 11 de octubre se hallaba frente a la fábrica de tractores Dzerzhinski, y el día 17 ante la factoría Barrikadi. El 24 de octubre, Stempel tomó bajo su mando una compañía que, desplegada entre Barrikadi y Octubre Rojo, hacía frente a los contraataques soviéticos cerca de la margen del Volga el día 29 de octubre. Se iniciaba el asalto final al distrito industrial que quedaría abortado por la contraofensiva soviética de la Operación Urano. El día 21 la unidad de Stempel abandonaría sus posiciones en el Volga hacia su nueva área de operaciones al oeste. y, a partir del 19 de enero de 1943, volvería a combatir en las ruinas de Stalingrado. Tras la destitución del comandante del regimiento, y del decreto de “libertad de acción”, comenzarían sus intentos para atravesar el cerco. El 29 de enero, Joachim Stempel sería tomado prisionero.

    Armagedón en Stalingrado. El combate por las fábricas por David M. Glantz. Paulus era consciente de las consecuencias nefastas del desgaste entre sus tropas e hizo todo lo que pudo para reunir la fuerza necesaria para aplastar de una vez por todas los remanentes del 62.º Ejército de Chuikov y empujarlos a las heladas aguas del Volga. Pese a que los soldados alemanes habían descrito recurrentemente la lucha en la mitad norte del distrito fabril como infernal, los combates de noviembre por Barrikadi y Octubre Rojo multiplicaron ese horror, agravado por el espantoso 30/12/2014desgaste entre las filas alemanas. Para describir el estado de la 24.ª División Panzer un soldado comentó que “según los ‘rumores de letrina’ que suelen ser la única fuente de información para los simples Landsers, el regimiento ha quedado reducido a una fuerza de no más de dos compañías”. Casualmente, para contrarrestar este decaimiento de la moral, el general Lenski, comandante de la división, afirmó que “la educación endurecerá y fortalecerá la moral de combate [de los reemplazos] enfatizando nuestra conciencia de superioridad sobre los rusos”, lo que explicaba por qué los generales alemanes seguían convencidos de que la victoria estaba al alcance. Sin embargo, este prejuicio fue sometido a prueba a mediados de noviembre en la fábrica Octubre Rojo y resultó infundado.

    La muerte del Sexto Ejército en Stalingrado por French MacLean. La muerte del Sexto Ejército comenzó cuando elementos de los frentes soviéticos del Sudoeste y de Stalingrado se encontraron en Kalach el 23 de noviembre de 1942 y, pese a que tardaría aún 71 días en consumarse, el proceso resultó irreversible por la precariedad del dispositivo alemán, la incapacidad de sus fuerzas de operar de forma independiente y la brillantez de la planificación y los preparativos de la ofensiva soviética. 30 de enero, grupos de combate aislados trataron de oponerse a los ataques nocturnos contra el perímetro al oeste y al sur de la ciudad, pero las tropas soviéticas consiguieron penetrar profundamente. Los soldados que permanecían ilesos formaron un perímetro en torno a la “Plaza Roja”. Hitler envió un mensaje de radio por el que ascendía a Paulus a Generalfeldmarschall, a pesar de lo cual se rindió a las 11.30 en su cuartel general. El 2 de febrero, a las 8.14 horas, el General der Infanterie Karl Strecker, comandante del XI Cuerpo, transmitió al Grupo de Ejércitos del Don antes de rendirse que “el XI Cuerpo, con sus seis divisiones, ha cumplido con sus deber entre intensos combates hasta el final”. El Sexto Ejército alemán en Stalingrado estaba oficialmente muerto.

    Los servicios sanitarios en Stalingrado por Alexander Parfionov (Volgogradski Patriot Centre). La doctrina militar soviética desarrollada antes de la guerra no preveía batallas defensivas a gran escala y una vez estallado el conflicto hubo que adoptar medidas de urgencia para mejorar el sistema sanitario, pero los problemas no se resolvieron hasta el final de la batalla de Stalingrado. Las condiciones particulares del combate callejero explican otra peculiaridad del funcionamiento del sistema sanitario: los ejércitos soviéticos tenían que combatir en una estrecha franja de terreno, con la barrera que suponía el Volga a sus espaldas. La mayoría de las veces se derivaba a los heridos directamente a los puestos médicos divisionarios y del ejército, que apenas se podían desplegar al completo en los edificios en ruinas. Por parte alemana, tras el comienzo de la contraofensiva soviética el 19 de noviembre de 1942 y el cerco del ejército de Paulus en Stalingrado la situación de la asistencia médica se agravó rápidamente. Al drástico incremento del número de heridos en combate se sumaron aquellos que padecían de congelación y malnutrición, mientras los doctores tenían que lidiar con una disponibilidad cada vez menor de las existencias de material médico para su tratamiento. Los alemanes no lograron organizar ni un adecuado suministro a las tropas atrapadas ni una evacuación a través del puente aéreo.

    Atrapar a ‘fon Paulius’. Los alemanes vistos por los soviéticos por Jochen Hellbeck (Rutgers University). A juzgar por las conversaciones registradas por los historiadores de Moscú en Stalingrado a principios de 1943, la cultura y el odio pugnaban en precario equilibrio en la forma en la que los soldados soviéticos se relacionaban con el enemigo alemán. Algunos alemanes selectos, oficiales de alto rango y particularmente condecorados, podían inspirar respeto desplegando disciplina y dignidad, pero la mayoría de alemanes con los que se tropezaron los soviéticos tras meses de combate implacable les parecían cualquier cosa menos individuos aseados y educados. La resistencia despiadada de los alemanes, espoleada por la propaganda con historias de torturas indescriptibles a los cautivos, provocó que los soldados del Ejército Rojo lucharan hasta el final y que en muchas ocasiones no hicieran prisioneros, lo que a su vez solo incitó a que los alemanes siguieran combatiendo. El odio de los soviéticos hacia los alemanes se hizo palpable en Stalingrado y no dejaría de crecer en los meses y años por venir, conforme liberaban los territorios ocupados y pudieron comprobar la violencia sin sentido pero metódica de los alemanes hasta sus últimas consecuencias. En más de un sentido, el camino hacia Berlín comenzó en Stalingrado.

    El destino de los prisioneros de guerra por Elena Tsunayeva (Volgogradski Gosudarstvenny Universitet). A principios de diciembre de 1943 llegó a Stalingrado un tren especial con una delegación gubernamental encabezada por Stalin –de regreso de la Conferencia de Teherán–, quien, en una breve conversación con las autoridades del Óblast de Stalingrado, se interesó por la reconstrucción de la ciudad y, en especial, de la limpieza de escombros, y preguntó si se estaban empleando presos en esa tarea. A. I. Vóronov, responsable del Directorio de la NKVD en Stalingrado, contestó afirmativamente, “aunque pocos son prisioneros de guerra porque muchos de ellos sufren distrofia y están siendo tratados”. Estas palabras describen, solo parcialmente, el trágico destino de los prisioneros de guerra de Stalingrado, consecuencia de su fidelidad a un juramento y de la tozudez de Hitler al no aceptar la derrota en el Volga antes de que el Sexto Ejército fuera rodeado. Con el fin de concentrar, acomodar y proporcionar atención sanitaria a los prisioneros de guerra, la Unión Soviética estableció un sistema con diversas organizaciones: campos de prisioneros, centros de recogida, establecimientos especiales (para generales y oficiales de alto rango), hospitales especiales y batallones de trabajo; que estuvieron administradas por la NKVD, el Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos en cuya estructura se creó un Directorio para Asuntos de los Prisioneros de Guerra y Reclusos.

    Introduciendo el n.º 8, El ataque naval a los Dardanelos por Ian Speller (Maynooth UNI). En febrero de 1915 el Reino Unido y Francia lanzaron una gran ofensiva naval contra el Imperio otomano en el estrecho de los Dardanelos diseñada para permitir a la flota penetrar hacia el mar de Mármara y Constantinopla (hoy Estambul), que comenzó con el bombardeo y posterior destrucción de las defensas exteriores del estrecho y culminó, el 18 de marzo, con un gran ataque a las defensas estratégicas de los Narrows. Como es bien sabido, el ataque fracasó después de que tres acorazados quedaran fuera de combate por el fuego de las baterías costeras. Se admite que, aunque se hubiesen eliminado las minas y destruido las baterías fijas, sin un ejército para asegurar el terreno a uno u otro lado del estrecho habría sido imposible detener el fuego de las baterías móviles sobre los buques en tránsito por los Narrows. Por tanto, solo los navíos acorazados habrían podido cubrir el trayecto y no los transportes de suministros o tropas. La flota de guerra podría haber aparecido ante Constantinopla y hacer una demostración, e incluso quizá bombardear la ciudad, pero al final se habría quedado sin combustible y munición y si el Gobierno otomano no se colapsaba, los aliados se enfrentarían a la perspectiva poco apetecible de tener que abrirse paso de vuelta a través de los Narrows, tal y como se vio obligado a hacer el almirante Duckworth en 1807, cuando otra flota británica entró en el mar de Mármara sin un ejército para encontrarse con un enemigo poco dispuesto a rendirse.

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    Operación Urano. Contraofensiva soviética en Stalingrado por David M. Glantz. La contraofensiva Urano fue tan exitosa como carente de precedentes. Por primera vez en todo el conflicto germano-soviético el Ejér...