
Las lluvias y el barro se convirtieron en un enemigo peor que los soviéticos y el “general invierno” amenazaba con aniquilar a un ejército que no estaba preparado para una campaña larga, en un terreno y un clima tan hostil.
En estas circunstancias la Wehrmacht realizó un último intento sobre Moscú, consciente de que sus opciones se acababan, frente a un enemigo que no dejaba de enviar recursos aparentemente inagotables y encajar pérdidas extraordinarias.
Autor: Juan Vázquez García