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De repente, la infecta niebla que nos había rodeado durante nuestra huida se disolvió y nuestros cazadores se detuvieron: ni la abominación primigenia ni los espeluznantes enjambres de corrupción que nos perseguían estaban dispuestos a abandonar las lechosas profundidades de la nube de niebla.
Habíamos llegado a una pirámide hundida y cubierta de maleza. Davokar aún no la había devorado del todo y encontramos una abertura asimétrica. Con la esperanza de encontrar algo de seguridad y descanso, nos abrimos paso a través de las enredaderas y descendimos con ayuda de cuerdas, dejando el terror y la corrupción a nuestras espaldas. El miedo empezó a abandonar lentamente los ojos de Oleana y las venas ennegrecidas que habían cubierto sus blancas mejillas recuperaron su palidez natural.
La luz del sol se colaba a través de las grietas hasta el centro de la sala, iluminando una enorme columna de piedra gris decorada con extrañas inscripciones, antiguas e hipnóticas. Empezamos a caminar hacia el pilar, pero a mitad de camino Oleana me agarró del brazo y me detuvo.
«Como abominaciones en la niebla», pensé. Un grupo de seres casi humanos, desnudos y con mandíbulas de araña crispadas por el hambre, empezó a rodearnos, lentamente pero sin pausa.
Oleana me empujaba hacia la columna y, aunque sabía que iba a morir, empecé a trepar. Las palabras de mi padre resonaban en mi cabeza: «En Davokar solo existe una ley: pase lo que pase, no te rindas jamás».
Habíamos llegado a una pirámide hundida y cubierta de maleza. Davokar aún no la había devorado del todo y encontramos una abertura asimétrica. Con la esperanza de encontrar algo de seguridad y descanso, nos abrimos paso a través de las enredaderas y descendimos con ayuda de cuerdas, dejando el terror y la corrupción a nuestras espaldas. El miedo empezó a abandonar lentamente los ojos de Oleana y las venas ennegrecidas que habían cubierto sus blancas mejillas recuperaron su palidez natural.
La luz del sol se colaba a través de las grietas hasta el centro de la sala, iluminando una enorme columna de piedra gris decorada con extrañas inscripciones, antiguas e hipnóticas. Empezamos a caminar hacia el pilar, pero a mitad de camino Oleana me agarró del brazo y me detuvo.
«Como abominaciones en la niebla», pensé. Un grupo de seres casi humanos, desnudos y con mandíbulas de araña crispadas por el hambre, empezó a rodearnos, lentamente pero sin pausa.
Oleana me empujaba hacia la columna y, aunque sabía que iba a morir, empecé a trepar. Las palabras de mi padre resonaban en mi cabeza: «En Davokar solo existe una ley: pase lo que pase, no te rindas jamás».
El Códice de Monstruos de Symbaroum hará que los asentamientos, bosques y valles de Davokar sean más peligrosos que nunca. En su interior se esconden más de un centenar de abominaciones y monstruos, descritos en detalle o esbozados en un par de líneas: desde criaturas famosas en toda Ambria a otras solo mencionadas en cuentos y leyendas, pasando por bestias dominadas por el hambre o capaces de razonar. El contenido de este bestiario y los consejos que hemos incluido sobre cómo crear tus propias criaturas te proporcionará material para cientos de horas de juego.
Contenido
- Más de treinta criaturas completamente descritas e ilustradas y acompañadas de ideas para convertirlas en aventuras o desafíos.
- Una sección completa con las descripciones y atributos de PNJ genéricos, monstruos, bestias y abominaciones.
- Nuevas categorías de criaturas (Flora y Fenómeno) y más de treinta y siete nuevos rasgos monstruosos que sumar a los diecinueve del Libro Básico.
- Una guía para crear tus propias criaturas y diseñar encuentros de combate equilibrados.
- Sugerencias sobre cómo desarrollar tres tipos de crónicas de aventuras que pongan en juego a las criaturas del códice: Cazadores de trofeos, Agentes de campo y Purgadores de misterios.
La edición física incluye edición digital gratuita.
Resumen del producto
De repente, la infecta niebla que nos había rodeado durante nuestra huida se disolvió y nuestros cazadores se detuvieron: ni la abominación primigenia ni los espeluznantes enjambres de corrupción que nos perseguí...